La línea de Cueros y Pieles comprende el conjunto de artesanías elaboradas a partir de cueros crudos o curtidos (con o sin pelo) empleando técnicas manuales como el repujado, pirograbado, teñido, calado y cincelado. Dentro de esta línea se incluyen principalmente accesorios de uso personal y objetos decorativos, tales como bolsos, carteras, porta documentos, monederos y pequeños implementos como llaveros o marcadores. El enfoque normativo resalta que la actividad artesanal utiliza cueros provenientes, en su mayoría, del descarte de la actividad agropecuaria, promoviendo prácticas coherentes con la protección de la fauna y evitando el incentivo de la caza o depredación de especies.
La sublínea de Peletería comprende las artesanías elaboradas con pieles animales conservadas con pelo, transformadas mediante procesos manuales que respetan las normas de protección y uso permitido de fauna. Su producción abarca prendas y accesorios de abrigo como chalecos, gorros, ponchos y casacas; además de artículos decorativos y utilitarios, entre ellos alfombras, frazadas, pantuflas, bolsos y figuras zoomorfas. Esta sublínea se rige por lineamientos que exigen el empleo de pieles provenientes de actividades agropecuarias o de fuentes autorizadas, garantizando la sostenibilidad del recurso y la trazabilidad de la materia prima.
En Ayacucho, la peletería se desarrolla de manera complementaria y a pequeña escala, utilizando principalmente pieles de ovino y camélidos provenientes de la ganadería local. La producción se orienta a prendas de abrigo y a piezas decorativas, entre ellas figuras zoomorfas como llamas, alpacas o cuyes, elaboradas mediante técnicas manuales que preservan la textura natural del material. Su presencia en la región responde a un aprovechamiento integral de los recursos y a una continuidad de prácticas tradicionales dentro del ámbito artesanal.
La talabartería comprende la elaboración manual de objetos utilitarios y decorativos en cuero, empleando técnicas especializadas como el repujado, el cincelado y el calado. Abarca una amplia gama de productos vinculados al equipamiento ecuestre (monturas, arreos, riendas, bridas, bozales y arneses) así como accesorios y artículos de uso cotidiano, entre ellos cintos, carteras, morrales, porta documentos, fundas y piezas para mobiliario. Su desarrollo exige cueros curtidos de buena densidad y acabado, además de un dominio técnico que permite modelar, texturizar y ornamentar el material con precisión.
En Ayacucho, la talabartería se practica en talleres de tradición familiar orientados principalmente a la producción local y regional. Predomina el uso de cuero vacuno y ovino, trabajados con herramientas manuales que permiten obtener piezas resistentes y decoradas con motivos andinos.
Raquel Gordillo Coronado lidera la reconocida Peletería Gordillo, uno de los talleres más emblemáticos de Ayacucho en el trabajo de pieles. Desde su espacio en Barrios Altos, Raquel ha transformado la tradición familiar en una propuesta innovadora que combina técnicas ancestrales con diseños modernos. Su producción incluye alfombras, carteras, peluches y accesorios elaborados con pieles naturales, cuidando cada detalle para garantizar calidad y durabilidad. Además de participar en ferias artesanales y concursos, Raquel impulsa la preservación de este oficio mediante la capacitación de jóvenes, asegurando que la peletería siga siendo parte del patrimonio cultural ayacuchano.
Alberto Garibay Cancho es un reconocido maestro artesano originario del distrito de Querobamba, en la provincia de Sucre, región Ayacucho. Desde los ocho años aprendió el arte de la talabartería gracias a su padre, quien le enseñó las técnicas tradicionales del trabajo en cuero. Con el paso del tiempo, perfeccionó su oficio y se consolidó como uno de los pocos artesanos que aún preservan esta expresión cultural en la ciudad de Huamanga, donde actualmente dirige su taller “Talabartería Garibay”, ubicado en el distrito de San Juan Bautista.
Su producción se caracteriza por la elaboración de monturas, carteras, correas, billeteras, estuches y maletines, en los cuales combina el labrado y el tallado del cuero con técnicas de pintura y tachonado en metal. Los diseños que emplea están inspirados en la flora, la fauna y las costumbres ayacuchanas, representando escenas de la vida andina, motivos religiosos y elementos naturales. Estas piezas, trabajadas con precisión y sentido artístico, reflejan la identidad cultural de su región y la maestría artesanal que lo distingue.
A lo largo de su trayectoria, Alberto Garibay ha sido reconocido por diversas instituciones. En 2022, el Ministerio de Cultura del Perú le otorgó el título de “Personalidad Meritoria de la Cultura” por su destacada contribución a la preservación de la talabartería tradicional. Asimismo, ha recibido homenajes a nivel regional durante las celebraciones del Día de la Artesanía, siendo considerado un referente en la línea artesanal de cuero en Ayacucho.
El maestro Garibay ha expresado su preocupación por el progresivo abandono de la talabartería en la región, afectada por la falta de relevo generacional y la competencia de materiales industriales. A pesar de ello, mantiene su compromiso de transmitir sus conocimientos, ofreciendo capacitación gratuita a jóvenes interesados en aprender el oficio. Su labor no solo representa la continuidad de una técnica ancestral, sino también un esfuerzo constante por salvaguardar el patrimonio cultural de Ayacucho.
Teodoro Quispe es otro maestro talabartero con más de 50 años de experiencia. Aprendió el oficio en la década de 1970, cuando la talabartería vivía su época dorada en Ayacucho. Sus trabajos incluyen monturas de caballería, carteras y morrales, elaborados con cuero repujado y diseños personalizados. Teodoro ha recorrido todo el Perú mostrando sus obras y advierte que hoy solo quedan dos maestros talabarteros en la región, lo que pone en riesgo la continuidad de esta tradición. Su compromiso es dictar talleres para transmitir el conocimiento a nuevas generaciones.