La línea de Alfarería y Cerámica comprende la elaboración artesanal de piezas modeladas en arcilla, construidas mediante técnicas manuales como el modelado directo, el paleteado, el uso de planchas o rollos, y el acabado mediante bruñido, alisado o aplicación de engobes. Incluye productos decorativos y utilitarios (figuras, vasijas, macetas, jarrones, miniaturas, objetos rituales y piezas ornamentales) que se caracterizan por el dominio técnico del barro, el manejo del volumen y la aplicación de pigmentos minerales o naturales antes o después de la cocción. Esta línea integra un conjunto de conocimientos tradicionales que involucra la preparación de la arcilla, el control del secado y la cocción en hornos artesanales o semiindustriales, procesos que determinan la resistencia, textura y color de las piezas.
En Ayacucho, la alfarería constituye una tradición ancestral considerada patrimonio cultural, con raíces que se remontan a la influencia de la cultura Wari. Su desarrollo se concentra especialmente en el distrito de Quinua, reconocido por la producción de piezas emblemáticas como las iglesias y toritos miniatura. La técnica local se basa en el modelado a mano sin moldes, el bruñido con piedras de río y el uso de pigmentos naturales obtenidos de tierras de colores. Estas prácticas permiten crear cerámicas con valor utilitario, decorativo y simbólico, en las que se plasman la identidad regional, las costumbres y los relatos míticos propios del imaginario ayacuchano.
La Línea de Pintura comprende las artesanías creadas mediante la aplicación manual de pigmentos sobre superficies rígidas o flexibles, utilizando técnicas tradicionales de dibujo, delineado y coloración. Incluye trabajos sobre soportes como madera, cuero, lienzo, lámina u otros materiales, en los cuales el artesano plasma composiciones figurativas o abstractas mediante pinceles y herramientas afines. De acuerdo con el CLANAR, esta línea abarca expresiones como la pintura tradicional, la pintura popular y la pintura contemporánea, cada una diferenciada por su estilo, temática y técnica.
Pintura (estilo) Colonial
La sublínea de Pintura Colonial comprende obras realizadas sobre madera, lienzo y/o hojalata, cuya superficie puede estar preparada con imprimante o sin él. La técnica consiste en pintura aplicada con pincel (generalmente pintura industrial) para producir imágenes inspiradas en las escuelas de pintura colonial y costumbrista, manteniendo composiciones religiosas, retratos, escenas de devoción e iconografías tradicionales. Estas piezas reproducen estilos heredados del periodo virreinal y continúan la tradición pictórica que articuló elementos europeos con expresiones locales.
Pintura Tradicional de Sarhua
La sublínea de Pintura Tradicional de Sarhua se basa en el estilo pictórico propio del distrito de Sarhua (Víctor Fajardo, Ayacucho), reconocido como Patrimonio Cultural de la Nación. Sus obras utilizan como soporte principal la madera de molle o eucalipto, y representan la vida, costumbres, memoria familiar y cosmovisión de la comunidad. La técnica mantiene el uso de pincel, colores planos y composiciones narrativas que muestran escenas de trabajo, ritualidad, relación con la naturaleza y vínculos sociales. Actualmente, sus portadores también aplican estos diseños sobre soportes como conglomerado de madera y telas.
La Línea Fibras Vegetales incluye todas las artesanías elaboradas con fibras de origen vegetal (excepto el algodón). Comprende productos realizados mediante técnicas de tejido, entrelazado y/o anudado, así como la transformación de distintas partes de una planta para convertirlas en materia prima destinada a la confección del producto final. En esta línea predominan los tejidos a mano, generalmente sin herramientas, aunque pueden emplearse moldes según el tipo de pieza. Para su clasificación, se establece que no incluye calzado, no incluye muebles salvo aquellos hechos con fibras duras como junco, bambú y caña brava, no incluye sombreros (que tienen su propia línea), y no comprende artículos elaborados con algodón.
En Ayacucho, esta línea se desarrolla principalmente a través de la sub-línea de Fibras Duras, aplicada a la cestería. Se emplean materiales como carrizo, sauce o mimbre para elaborar canastas, paneras y objetos utilitarios mediante técnicas tradicionales de tejido y entrelazado, manteniendo una producción funcional y representativa dentro del sector artesanal regional.
La cerería comprende las artesanías elaboradas a partir de cera, sebo o parafina, materias primas que permiten moldear, modelar o grabar piezas según las técnicas tradicionales descritas en el CLANAR. Su producto más representativo es la vela, cuya fabricación se basa en la inmersión o vertido de la materia prima en estado líquido alrededor de una mecha. La línea incorpora tres técnicas principales: la cera modelada, donde la pieza se trabaja manualmente cuando la materia prima aún está tibia; la cera moldeada, empleada para dar forma a flores, hojas, figuras humanas y animales mediante moldes; y la cera grabada, que permite tallar motivos decorativos o religiosos sobre velas ya endurecidas. Estas técnicas producen piezas de uso decorativo, ceremonial y festivo, fundamentales en el marco de celebraciones religiosas y costumbristas del país.
En Ayacucho, la cerería se desarrolla principalmente con parafina, tal como señala el documento, dado su acceso, manejabilidad y estabilidad para la producción artesanal contemporánea. Los artesanos locales emplean sobre todo las técnicas de moldeado y modelado, mediante las cuales elaboran velas, cirios y figuras que acompañan festividades religiosas, procesiones y rituales comunitarios.
La bisutería se considera artesanía cuando el diseño y la técnica empleada expresan identidad cultural y evidencian una destreza manual particular. Comprende la elaboración de accesorios de adorno personal que imitan joyas y se producen con materiales no preciosos, tanto orgánicos como inorgánicos, como madera, cerámica, fibras vegetales, textiles, semillas, minerales no metálicos, mostacillas, huesos y cacho, entre otros insumos permitidos. Las piezas (collares, pulseras, aretes y diversos ornamentos) reproducen la iconografía propia de las culturas que las producen y excluyen el uso de especies en peligro de extinción.
En Ayacucho y Cusco, la bisutería se caracteriza por el empleo de materiales naturales combinados con metales no preciosos y piedras andinas, integrando motivos vinculados a la vida rural, la flora y fauna andina y la cosmovisión local. Los artesanos recurren a técnicas como el repujado, el martillado y el ensamble manual para crear piezas distintivas, valoradas por su identidad regional y por la integración equilibrada entre tradición estética y recursos contemporáneos.
La línea artesanal de instrumentos musicales comprende la elaboración manual de piezas que producen sonidos para crear música, siguiendo la clasificación universal de instrumentos. Se utilizan principalmente materiales naturales como madera, frutos, semillas, huesos, cuernos y restos de la actividad agropecuaria, respetando la normativa de protección animal. Esta línea incluye sublíneas como los ideófonos, que generan sonido por la vibración de su propio cuerpo; los instrumentos de cuerda, como guitarras, charangos, arpas y mandolinas; los instrumentos de viento, como quenas, zampoñas y flautas; y los instrumentos de percusión, como bombos, cajones y maracas.
En Ayacucho, esta tradición se expresa especialmente en la fabricación artesanal de guitarras e instrumentos de cuerda, reconocidos por su calidad y valor cultural.
La línea artesanal de mates y huingos comprende la elaboración de piezas decorativas y utilitarias a partir de frutos como el mate o calabaza (Lagenaria vulgaris), cultivado en la costa peruana, y el huingo (Crescentia cujete L), propio de la selva. Sobre estas superficies se aplican diversas técnicas que representan escenas costumbristas, flora, fauna e iconografía tradicional. Entre ellas destaca el burilado, que consiste en realizar finas incisiones con un buril para crear diseños detallados, los cuales se rellenan con ceniza y grasa para resaltar las figuras. Esta técnica, considerada una de las más representativas, se emplea principalmente en los mates para plasmar escenas dinámicas relacionadas con la vida campesina, festividades y elementos naturales, convirtiéndose en una expresión artística de gran valor cultural.
La línea artesanal de vidrio se refiere a la producción de piezas elaboradas con vidrio, un material inorgánico, duro, frágil, transparente y amorfo, obtenido mediante la fusión de arena silícea, carbonato de sodio y caliza. Este material se moldea a altas temperaturas utilizando técnicas como el soplado, el uso de moldes o el modelado manual con herramientas. Dentro de esta línea se incluyen sublíneas como el vidrio pintado, que consiste en aplicar pintura a mano sobre vidrio ensamblado; el vidrio soplado, donde se inyecta aire en vidrio incandescente para darle forma; el vitral, que ensambla piezas de vidrio coloreado en composiciones decorativas; y la vitrofusión, que fusiona capas de vidrio en hornos para crear diseños únicos.
En Ayacucho, esta tradición artesanal se expresa principalmente en la elaboración de vidrio pintado y vitrales, destacando por su valor artístico y decorativo en la región.