La joyería y la orfebrería constituyen expresiones artesanales que combinan arte, técnica y simbolismo, orientadas a la creación de piezas ornamentales trabajadas principalmente en oro y plata, complementadas con piedras semipreciosas. Su elaboración requiere el dominio de técnicas especializadas como el burilado, cincelado, calado, engastado, estampado, armado de guía y filigrana, mediante las cuales se moldean, graban o ensamblan los metales para obtener objetos de alto valor estético y cultural. Estas manifestaciones no solo buscan la belleza formal, sino que transmiten identidad, tradición y significados que forman parte del patrimonio cultural del país.
En Ayacucho, esta línea destaca por la articulación entre técnicas ancestrales y propuestas contemporáneas. Los artesanos dominan tanto la orfebrería tradicional como la filigrana, considerada la técnica emblemática de la región por su complejidad: consiste en entrelazar finísimos hilos de metal para formar diseños minuciosos que pueden demandar semanas de trabajo. Aunque los símbolos andinos (la chacana, el tumi o el huayruro) permanecen vigentes, la producción actual incorpora de manera creciente motivos de la flora y fauna andina, tales como flores, aves y mariposas, otorgando dinamismo y frescura a las piezas. Entre las joyas más representativas se encuentran los aretes huamanguinos y las dormilonas, tradicionales en festividades y celebraciones locales. Hoy, la joyería ayacuchana trasciende su ámbito regional y se posiciona en mercados nacionales e internacionales como un referente de creatividad, excelencia técnica y continuidad cultural.
Agripino Huamán Palomino nació en 1946 en el distrito de Vinchos, provincia de Huamanga, Ayacucho. Desde su adolescencia inició su formación artística en el Centro Artesanal de Ayacucho, actualmente denominado Centro de Educación Técnico Productivo Joaquín López Antay (CETPRO), donde posteriormente también ejerció como docente. Comenzó moldeando, cincelando y repujando, hasta especializarse en la técnica de la filigrana, un arte ancestral que consiste en entrelazar finos hilos de oro y plata para crear delicadas piezas ornamentales.
Con más de 60 años dedicados a la orfebrería, don Agripino es considerado uno de los últimos grandes maestros de la filigrana tradicional ayacuchana. Su obra se caracteriza por el desarrollo de joyería fina y la representación de escenas costumbristas de Ayacucho, como músicos, jinetes y actividades agrícolas.
Su trayectoria ha sido ampliamente reconocida a nivel regional y nacional. En 1973 obtuvo el Primer Premio en la Exposición y Feria Popular del Sur del Perú en Cusco, y en 1977 el Segundo Lugar en platería en la Exposición de Arte Popular Ayacuchano. En 1982 alcanzó el Primer Lugar en el Concurso Nacional del Artesano en Lima y el Primer Premio Nacional de Platería y Filigrana. Entre 2001 y 2013 recibió múltiples distinciones, incluido el Premio del Ministerio de Educación (2001). En 2009 fue reconocido como Embajador Regional del Arte Popular y la Artesanía Peruana por el Gobierno Regional de Ayacucho. En 2013 recibió la Medalla "Joaquín López Antay" otorgada por el Congreso de la República, y en 2015 obtuvo el Premio Presidente de la República en el XIX Concurso Nacional de Plata del Perú con la obra "Cajón de San Marcos".
Edwin del Pino Huamán es un reconocido maestro orfebre ayacuchano con casi 50 años de trayectoria en el arte de la platería. Es integrante de la Asociación de Orfebres Jesús Nazareno, organización que agrupa a los principales plateros de la región Ayacucho. Junto a su hermano Arturo del Pino Huamán, ha desarrollado una destacada carrera en la orfebrería tradicional ayacuchana, especializándose en técnicas de filigrana y platería fina.
El maestro Edwin forma parte de una tradición familiar dedicada al arte platero. Su trabajo se caracteriza por el dominio de las técnicas tradicionales de la orfebrería ayacuchana, incluyendo el repujado, cincelado y la elaboración de piezas religiosas y decorativas. Ha dedicado su vida a preservar y transmitir estos conocimientos ancestrales, formando nuevos talentos en el oficio de la platería.
Entre sus reconocimientos más destacados figura el Premio Presidente de la República en el 12° Concurso Nacional Plata del Perú, donde junto a su hermano Arturo del Pino Huamán, Roger Cárdenas Llactahuamán y Elvis Loayza Gutiérrez obtuvieron el máximo galardón con la obra "Lo Majestuoso". Esta pieza forma parte de la Colección del Patronato Plata del Perú. En 2008, el grupo de Edwin y Arturo del Pino participó en la exposición itinerante "Platería hispanoamericana contemporánea" organizada por la Universidad Ricardo Palma y el Patronato Plata del Perú.
Su obra ha sido adquirida por el Ministerio de Cultura como pieza representativa del arte tradicional peruano asociada a la platería. Actualmente reside en Ayacucho, donde continúa ejerciendo su labor como orfebre y difundiendo la tradición de la platería ayacuchana.
Nadia Katerine Mendoza Bellido es una artesana y gestora cultural ayacuchana especializada en la joyería, orfebrería y filigrana ayacuchana. Dirige el taller "Fini: el arte de la joyería", un espacio emblemático donde la plata se transforma en arte, y es reconocida como una de las principales impulsoras de la técnica de filigrana en la región de Ayacucho.
Su formación combina la práctica artesanal con la gestión cultural. En 2020, trabajó como gestora cultural para la Municipalidad Provincial de Huamanga, desempeñándose en la promoción y organización de eventos artesanales.
Recibió capacitación en el Centro de Educación Técnico Productiva Joaquín López Antay. Fue aprendiz del reconocido maestro orfebre Vasco Flores. Recibió un reconocimiento del Gobierno Regional de Ayacucho por su destacada labor de rescate y preservación de la técnica de la filigrana.
Su iniciativa es la preservación de la técnica de la filigrana ayacuchana, tejido tupido con incrustación de piedras semipreciosas e investigación sobre la joyería ancestral.
Vasco Máximo Flores Vila nació en Huamanga el 8 de enero de 1963. Desde muy joven aprendió el arte de la filigrana como aprendiz de su padre, Miguel Flores Carrasco, quien fue un reconocido filigranista ayacuchano. También fue aprendiz del orfebre Vicente Tapia a mediados de la década de los 70. En 1980 estudió agronomía y zootecnia en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y docencia en la Escuela de Formación Artística Felipe Guamán Poma de Ayala de Ayacucho.
La obra de Vasco Flores se caracteriza por utilizar iconografía referente a flores como la cantuta, animales como la vicuña, pavo real y colibrí, formas de hojas y vegetación, arquitectura colonial, y diseños inspirados en las formas de los retablos de las iglesias. Durante la década de los 80 trabajó en la Casa Banchero de la ciudad de Lima, empresa especializada en comercialización de joyería. Ha sido reconocido como Embajador de la Marca Ayacucho Artesanía en la línea de Filigrana, distinción que resalta su compromiso con la preservación de este arte tradicional. Entre sus obras más emblemáticas destaca la elaboración de la corona de la Virgen y el corazón de las siete espadas, trabajos realizados en filigrana que evidencian su alto nivel técnico.
Como docente, colabora con el CITE Ayacucho impartiendo talleres de joyería artesanal y orfebrería en plata, transmitiendo sus conocimientos a nuevas generaciones. Ha sido beneficiario del apoyo del Ministerio de Cultura y participa en eventos como la Expo Venta del Arte Platero Ayacucho y el Desfile de Joya Moda Ayacuchana, espacios donde promueve el arte platero de su región.
Julián Yupanqui del Pino nació el 17 de febrero de 1948 en Ñaupallaccta, distrito de Vinchos, Ayacucho. Sus primeros trabajos en platería los aprendió de su abuelo materno, Ponciano del Pino Bendezú, quien a mediados de la década de los 50 le enseñó las técnicas de enchapado de plata de las monturas de caballerías. Posteriormente fue aprendiz de los destacados orfebres Félix del Pino Arce, Glicerio Belzaga y Alberto Hinojosa, consolidando una formación integral en el arte de la orfebrería ayacuchana.
Don Julián se ha destacado por su dominio en las técnicas del cincelado, repujado y tallado, creando obras de gran envergadura para los templos más importantes de Ayacucho. Entre sus obras más emblemáticas figuran los adornos del Señor de la Agonía en el templo de la Magdalena, incluyendo la corona de espinas, cinturón, clavos y cantoneras de la cruz. También realizó los candelabros de plata utilizados en el anda del Señor del Santo Sepulcro y la Virgen Dolorosa del templo de Santo Domingo, la corona de plata del Señor de la Pascua de Resurrección y el enchapado de plata del altar de la Santísima Trinidad en la Catedral Basílica de Santa María. Su trabajo ha sido reconocido por el Ministerio de Cultura a través del programa Ruraq Maki, participando como representante de la línea artesanal de joyería y platería de la región.
En la actualidad, don Julián reside en el distrito de Vinchos, donde vive rodeado de naturaleza, agua de manantial y sus cultivos de maíz, manteniendo una vida conectada con la tierra que lo vio nacer y formarse como artista.